Antes de proceder a limpiar las manchas o mohos que nos han aparecido en suelos, paredes o techos, tenemos que localizar su origen para asegurarnos de su correcta eliminación, ya que de nada sirve tratarlo si no solucionamos la causa que lo provoca.
Moho negro
Pequeñas manchas negras que salen normalmente en épocas frías, detrás de muebles, en rincones, o entre la pared y el techo. Se trata de una humedad por condensación, la cual te contamos cómo tratarla aquí.
Una vez tratada la causa, el procedimiento de limpieza es muy simple: una vez haya pasado el clima invernal, o si prefieres no esperar puedes aplicar calor seco en la zona con un calefactor de aire, pasamos un paño humedecido con amoniaco sobre el moho. Si el moho es reciente, y no lleva ahí años, cosa común en zonas poco accesibles como detrás de armarios o muebles voluminosos, se quitará sin problemas, quedando la zona completamente limpia.
Cómo se especifica en el post sobre humedades, no es recomenble emplear pinturas antimohos si no se trata previamente el origen de la condensación, ya que ésta puede dañar la capa de pintura, así como afectar al los muebles cercanos.
Moho blanco. Eflorescencias
Pueden salir en suelos, paredes, y techos, principalmente en elementos porosos como ladrillos, cemento, o cal. Los materiales empleados en construcción contienen sales (carbonato cálcico) de forma natural; en presencia de humedad, que puede ser tanto capilar, por la rotura de una tubería, e incluso el mismo agua empleada durante la obra, que discurre por los capilares formados en los materiales hasta salir a la superficie, disolviendo las sales en su transcurso y cristalizándose en la superficie al evaporarse, formando esta especie de moho blanco llamado eflorescencia.
Al tratarse de sales hidrosolubles se pueden limpiar símplemente con agua, pero si vemos que no somos capaces de eliminarlas por completo, podemos emplear un poco de vinagre, o si lo preferimos, zumo de zumo de limón, que además dejará un olor agradable.
Manchas de óxido
En primer lugar deberías pasarte por el post óxido y corrosión para conocer y eliminar la fuente del problema antes de tratarlo.
Una vez actuado sobre el poblema, aplicaremos una pasta de bicarbonato sobre la mancha, frotando con un cepillo o paño para que penetre correctamente y pueda realizar una limpieza profunda, lo dejaremos actuar unas horas y posteriormente lo retiramos; en materiales como, piedra, cerámica, o morteros es sencillo limpiarlo de este modo, en cambio si se mancha una pared pintada, es posible que tengamos que repintarla.
Suciedad en fachada
La contaminación, el polvo, la lluvia, son elementos que provocan suciedad en las fachadas, especialmente en las que tienen un acabado rugoso, como pueden ser los monocapas o algunas piedras.
Se suele dar el caso que gran parte de esta suciedad se produce por un lavado diferencial de la fachada, esto es, que cuando llueve se produce una escorrentía (circulación abundante de agua por la fachada) la cual limpia las zonas más expuestas de la fachada, sin embargo, otras zonas como las ventanas, huecos, o rincones, impiden esa limpieza, haciendo que las partículas penetren en los poros del material, formando esas manchas tan características.
Un factor importante es la colocación de vierteaguas y albardillas con goterón, que consiste en una pequeña muesca longitudinal en el caso de las piedras o de una rebaba si son de metal o cerámica, impiendo que las gotas de agua por tensión suerficial lleguen a la fachada produciendo el efecto de succión de la suciedad anteriormente mencionado.
Para su limpieza, al tratarse de suciedad arrastrada por la lluvia, con un limpiador de agua a presión debería ser suficiente. Si alguna zona no queda completamente limpia, se puede realizar complementariamente una limpieza química empleando detergentes líquidos de Ph neutro diluido; en el caso de pintadas, despues de limpiar con agua aplicaremos un disolvente diluido y posteriormente volveremos a aplicar agua, ya que estos productos pueden dañar el recubrimiento de la fachada.