Arquitectura e interiorismo

Cuando decidimos abandonar las cuevas y construir un entorno seguro a nuestra medida, nació la arquitectura. Vitruvio, en el siglo I a. C., definió los 3 pilares básicos: belleza, firmeza, y utilidad; debiendo estar en equilibrio, sin canibalizar entre ellos.

Es curioso ver como la arquitectura condiciona al entorno, y el entorno condiciona a la arquitectura, ya que condicionantes climatológicas, geológicas, e históricas, definen la estructura arquitectónica de una ciudad, un barrio, e incluso, una calle.

La arquitectura está al servicio de las personas, por ello evoluciona a medida que lo hacen nuestras necesidades; surgen nuevos estilos, y se emplean nuevos materiales y elementos.

A una escala más íntima tenemos el interiorismo, que es más personal y refleja nuestra forma de pensar; somos únicos, y nuestra vivienda también debe serlo. Iluminación, colores, disposición y geometría de objetos, son elementos con los que podemos trabajar para alcanzar un entorno adaptado a nosotros.

A su vez, el interiorismo se puede aplicar a nivel comercial con el fin de generar ciertas emociones en los clientes y focalizar la atención sobre nuestros productos, haciéndolos más llamativos. Emplear aromas, usar distintos tipos de iluminación, o una correcta distribución de los espacios y bienes nos ayudarán a mejorar la percepción que transmite nuestro negocio.

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